"Los estudiantes no saben escribir, como desgraciadamente he podido
comprobar con todo detalle en los exámenes (de selectividad) realizados en historia, e
indirectamente en los de lengua e inglés.
Y cuando esto se dice no se
hace sólo alusión a la gran cantidad de faltas de ortografía en forma de
acentos, be-uve, hache, mayúsculas, sino a cosas peores".
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Cada vez que surge el debate sobre el uso del lenguaje de forma correcta hay que oír o leer comentarios de este jaez:
- k kansinos diciendo a los demas como tengo q escribir o hablar..
- ¡Dejar de dad por culo con tanta pedantería!
- Las lenguas están vivas y la riqueza está en el cambio, en el dinamismo
del lenguaje y en la creación gramatical. Basta ya de corsés, hombre!
- Dejad a la lengua evolucionar tranquila, que el pueblo hable lo que quiera que es como siempre ha sido
- Esto no le importa a nadie. La lengua está viva, evoluciona. Por eso marear al personal con
cómo se tiene q decir qué no sirve para nada. Si eso hubiera importado en algún momento, todavía estaríamos hablando latín.
- Reglas ortográficas pq sí no tienen sentido, solo sirven para confundir a la gente.
- es la ortografía la que tiene que evolucionar a lo que la gente tiende y
no al revés, de cualquier manera, la evolución de un lenguage es
inevitable por muchas normas que quieras poner.
…
Estos son solo algunos ejemplos, más o menos afortunados, sacados de
aquí; hace unos pocos días.
Si se los compara con los vertidos
aquí, texto de hace casi tres años, y que trata exactamente el mismo tema, veremos que la diferencia de nivel es notoria.
No quiero decir que la
red social en la que se vierten las opiniones haya perdido calidad; simplemente que, en un lapso de tiempo muy pequeño, el tipo de usuarios que "hacen ruido" ha variado sustancialmente. Pero este juicio de valor lo dejo a su soberana opinón.
El problema de ese tipo de comentarios expuestos al inicio no es que se traten de opiniones, más o menos defendibles, que ataquen la ortodoxia e inflexibilidad de las normas ortográficas, sino que son la manifestación palpable de un fenómeno muy extendido; y es que
los jóvenes no saben escribir.
No saben escribir o no quieren, que de todo hay. Y los motivos son seguramente más complejos de analizar de lo que pueda parecer a simple vista: falta de recursos -familiares y escolares-, fracaso escolar, bajo nivel cultural -familiar y social-, contagio de los modos de escribir propios de los SMS, "mesenyers" o "guasaps" de turno, baja o nula consideración de la cultura como valor educativo y social…
Lo cierto es que están dispuestos a defender ese dudoso derecho hasta límites que
sobrepasan el humor para llegar al terreno de lo absurdo y preocupante.
Ya hemos abordado desde este blog en numerosas ocasiones estos asuntos relacionados con la
ortografía, el
uso del lenguaje y algunas
delicias de la lengua, tanto delicionas como horrísonas.
Pero hoy les traigo la opinión de
Guillermo Pérez Sarrión, profesor, respecto a la
Selectividad y la escritura.
En un artículo publicado por
El Periódico de Aragón, el viernes 14 de septiembre de 2012, aborda
"los graves defectos de un sistema que permite que inicien estudios
universitarios gran cantidad de estudiantes que simplemente no están
preparados, con consecuencias devastadoras: hunden la enseñanza
universitaria".
Critica el sistema educativo actual y la propia prueba de selectividad como modo de acceso a la universidad, a la que califica como "No es un examen de entrada en la universidad: no selecciona, sólo ordena por notas para elegir carrera".
Y para finalizar se dirige directamente al Ministro de Cultura y a la Presidenta de Aragón en estos térninos:
"para nosotros no saber escribir es un problema mucho más importante, a
largo plazo, que el diferencial de la prima de la deuda. Y ustedes ¿qué
hacen para resolverlo?
Lean el artículo completo y luego me cuentan.
(Los destacados, excepto los nombres de autores y de políticos, son míos)
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"La crisis del euro avanza, la vida sigue.
Son nuevamente días de selectividad, la de septiembre: un proceso
administrativo crucial para la universidad y para la sociedad toda, al
que, con la que está cayendo, nadie parece dar importancia.
Es momento
de denunciar los graves defectos de un sistema que permite que inicien
estudios universitarios gran cantidad de estudiantes que simplemente no
están preparados, con consecuencias devastadoras: hunden la enseñanza
universitaria.
Señalaré tan sólo un hecho patético, quizás el primero y
más evidente: los estudiantes no saben escribir, como desgraciadamente
he podido comprobar con todo detalle en los exámenes realizados en
historia, e indirectamente en los de lengua e inglés. Y cuando esto se
dice no se hace sólo alusión a la gran cantidad de faltas de ortografía
en forma de acentos, be-uve, hache, mayúsculas, sino a cosas peores.
Escribir bien consiste en redactar frases que tienen sujeto, verbo y
predicado; en usar los tiempos verbales: pretérito imperfecto,
indefinido, presente, formas perifrásticas, correctamente y no caer en
el defecto de usar el potencial para todo; en resumir, desglosar,
relacionar, concluir; en hacer que el lector sepa en cada caso quién es
el sujeto y el objeto, de qué se está escribiendo y de qué no; en que el
texto tenga un comienzo, un desarrollo y un final. En que se usen
términos que expresan ideas abstractas cuando es necesario, que los
párrafos tengan conectores y muestren el desarrollo de algún argumento o
de alguna idea.
Pues bien, encontrar alguno de estos elementos en la
masa de exámenes de selectividad es como encontrar una perla preciosa en
el mar.
La consecuencia es el suspenso. Pero el problema es que el que
suspende... también entra en la universidad.
Desde mi punto de vista el problema está en la enseñanza de la lengua
en la escuela primaria y el bachillerato; y no sólo en ella, porque a
hablar y escribir se aprende también en las otras materias, pero sí de
modo principal.
Los estudiantes que se examinan no han leído literatura:
Dickens, Chejov, Pérez Galdós, Shakespeare, Stendhal,
nada, y el examen de lengua es una locura: aprenden a descomponer en
términos lingüísticos frases, oraciones, pero ... no saben realmente qué
quieren decir, ni en qué contexto deben leerse, ni cómo deben
interpretarse.
Los sicólogos cognitivos tienen bien establecido el proceso del
desarrollo lectoescritor y algo muy importante: que la lectura y la
escritura condicionan el pensamiento mismo, la capacidad de razonar.
Si
en la escuela y el instituto no se leen textos complejos no hay nada que
hacer.
Por eso personalmente no me extraña el desprecio que hay por el
pensamiento, que los debates políticos nunca sean sobre ideas, como es
normal en las democracias desarrolladas sino sobre los autores; que los
textos administrativos estén mal escritos y no expresen lo que
pretenden; que los estudiantes, consecuentemente, con frecuencia se
pierdan cuando han de moverse entre ideas o comprender textos.
Un
ejemplo: cuando en algo tan sencillo como una pregunta de examen al
estudiante se le pide, pongamos por caso, esto: "Explique el origen de
la expulsión de los moriscos" y el estudiante explica la expulsión de
los moriscos, no contesta porque no la ha entendido. Se le pedía que
escribiera sobre el origen del proceso, no sobre el proceso. La
consecuencia es clara: bolígrafo rojo.
Pero lo peor de todo es que, como
el estudiante no lee bien, no se fija bien en el texto (en este caso
una simple pregunta) y se cree que la ha entendido, ¡no entiende por qué
se le suspende!
Con la selectividad, tal como está montada hoy, todos los estudiantes
que cometen errores así, pasan.
No es un examen de entrada en la
universidad: no selecciona (aprueban el 98,0%), sólo ordena por notas
para elegir carrera, que es algo distinto.
Los efectos son devastadores:
los estudiantes con menos puntuación entran en segundas opciones, como
las carreras de letras y magisterio, y hunden a los estudiantes
vocacionales, que los hay: personalmente llevo años constatando, en las
asignaturas de Historia, que imparto, un fracaso escolar de más del 50%. Un despilfarro de recursos en plena crisis.
Filosofía, historia,
sociología, literatura, necesitan estudiantes que escriban y lean bien;
¡y Magisterio, donde deberían ir sólo los mejores y se gradúan los
futuros profesores!
En cuanto a los estudiantes con puntuación más alta
eligen los grados más demandados, pero como también tienen los mismos
problemas de escritura, los profesionales acaban teniendo las mismas
carencias indicadas.
Si no mejoramos la capacidad de escribir y leer de
los estudiantes no sólo no mejoraremos nuestro sistema educativo sino
que además no tendremos una cultura política desarrollada, basada en
valores (porque los valores son ideas que hay que entender y usar).
Por
eso sólo hay una forma de mejorar la selectividad: suprimirla. Y empezar
de cero. Es un fraude para los propios estudiantes, para los profesores
que con la mejor voluntad les preparan para el examen, y para la
sociedad que paga un esfuerzo tan inútil y baldío. Señor Wert, señora Rudi,
para nosotros no saber escribir es un problema mucho más importante, a
largo plazo, que el diferencial de la prima de la deuda. Y ustedes ¿qué
hacen para resolverlo?
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Ustedes dirán.
Yo no sé qué más añadir.
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La ilustración está sacada del artículo "
Es fácil dejar de escribir si sabes cómo", de la bitácora de
Marc R. Soto.